La computación cuántica aprovecha fenómenos de la mecánica cuántica como la superposición y el entrelazamiento. Un solo qubit -la unidad básica de información cuántica- puede estar en 0 y 1 al mismo tiempo, y cuando dos qubits se entrelazan, sus estados quedan perfectamente correlacionados sin importar la distancia que los separe. El circuito de Bell es el ejemplo más simple de este principio: combina una puerta Hadamard, que crea superposición, con una puerta CNOT, que transmite esa superposición al segundo qubit. El resultado es un par de qubits entrelazados, base de muchos algoritmos y protocolos cuánticos.
Ejemplo:
🔹 ¿Qué hace este pequeño circuito cuántico?
1️⃣ El primer qubit (q[0]
) empieza en el estado 0. La puerta Hadamard (H) lo convierte en una superposición, es decir, está al mismo tiempo en 0 y en 1.
2️⃣ Luego se aplica una puerta CNOT (control en q[0]
, objetivo en q[1]
), que hace que los dos qubits queden entrelazados.
3️⃣ Al medir, el resultado siempre será doble: 00 o 11, cada uno con un 50% de probabilidad.
✨ Lo sorprendente es que, aunque el resultado individual es aleatorio, los dos qubits siempre aparecen perfectamente correlacionados.
👉 Este es un ejemplo sencillo de entrelazamiento cuántico, el fenómeno que impulsa la computación cuántica, la criptografía cuántica y muchas de las tecnologías del futuro. Fue ejecutado en un computador cuántico de IBM: Torino de 133 Qbits con un procesador Heron r1. Se usó solo un segundo con un costo aproximado de 1,60 dólares.
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